En las entrañas de la mayor petroquímica
de América Latina




Por: Édgar Sigler

Fotos: Jesús Almazán para Expansión

El complejo petroquímico de Braskem-Idesa funciona al 79% de su capacidad; y esto tensa cada vez más su relación con Pemex, su suministrador.

El polietileno se corta en pequeñas bolitas para su mejor manejo, y algunas muestras se examinan en los laboratorios de la empresa

¿Qué puede salir de una infraestructura de 5,200 millones de dólares donde cruzan kilómetros de tuberías que parecen conectarlo todo y, a la vez, no parece que desemboquen en ninguna parte? La respuesta: bolitas de plástico. El complejo petroquímico Etileno XXI, del consorcio mexicano brasileño Braskem Idesa puede producir 1.05 millones de toneladas de polietileno, piezas del tamaño de piedras de terracería y con la apariencia de los tubos de resina plástica de las clases de manualidades.


El material extraído se lleva a las plantas para ser molido y concentrado.

La simpleza del producto contrasta con la complejidad y tamaño de la inversión. El corazón de este monstruo de acero, el cracker, convierte el etano –un derivado del gas natural- en etileno, a través de un viaje por sus tuberías para elevar y bajar su temperatura, hasta quebrar su estructura molecular.

Pemex debe tratar primero el gas amargo en sus complejos para quitarle algunas impurezas antes de llevarlo a Etileno XXI

El complejo funciona desde 2016 aunque nunca ha podido alcanzar su máxima capacidad debido a la falta de gas etano

El etileno sirve de base, a su vez, para la producción del polietileno, aún dentro de la estructura de Etileno XXI. Y, mediante diferente “recetas”, se produce el polietileno que necesita la industria del plástico para elaborar desde bolsas de plástico hasta componentes para autos eléctricos. A un lado de las altas torres y sobre altos silos metálicos, se encuentra el centro logístico donde todas estas bolitas van llenando miles de costales y vagones de tren para llevarlos a sus destinos finales.

Las bolitas se empacan a toda velocidad a través de un sistema automatizado en el nivel superior del área de almancenamiento

Pero las entrañas de la mayor planta petroquímica de América Latina crujen de hambre. La planta, que comenzó a operar en 2016, produjo cerca de 800,000 toneladas en 2018, es decir, aproximadamente 75% de su capacidad instalada. Esto se debe a que Pemex no logra suministrarle las 66,000 toneladas de etano que requiere al día para operar al máximo de su capacidad, y que estaban comprometidas desde 2009, cuando el consorcio firmó el acuerdo con la petrolera y que tenía la tenía la visión de que Pemex pudiera darle alguna salida al exceso de etano que tenía corriendo por sus propios ductos, mientras que la industria nacional requería importar el polietileno desde Estados Unidos.

Los camiones llevan el producto para su distribución a nivel nacional

Los vagones, llenos de polietileno de alta y baja densidad, surten a los camiones que llevarán el producto

La petrolera nacional, bajo esa perspectiva, decidió otorgar mejores condiciones de precio del gas etano que le sobraba para quien quisiera construir una planta de procesamiento de etileno, concurso que ganó el consorcio Braskem Idesa.


Las instalaciones del consorcio Braskem-IDESA pueden producir 1.05 millones de toneladas de polietileno al año

El contrato ofrecía vender gas etano a un precio de descuento de entre 20% y 30% respecto al precio de referencia de este producto en Mont Belvieu, en Texas. En 2010 la molécula se cotizaba en 6.5 dólares por millón de BTU, así que había buenos motivos para creer que Pemex pudiera sacarle un beneficio incluso con esos descuentos.


Las pilas de costales también tendrán un destino específico dependiendo del uso final que tendrán

La mayor parte de la producción se destina al mercado interno, pero Etileno XXI también realiza exportaciones

Pero la revolución del shale en esa zona de Estados Unidos ha tirado los precios a cerca de 3 dólares, mientras que la producción de Pemex se ha contraído y ahora no extra el suficiente gas húmedo para suministrar ni a Etileno XXI ni sus otros complejos petroquímicos.


El gigante de acero rompe las moléculas del gas para convertirlo en etileno, la base del polietileno